- DÍA: 4
- POSICIÓN:
- Latitud 31º 08’ N
- Longitud 12º 14’ E
- RUMBO: 198º
- VELOCIDAD: 14 nudos
- VIENTO: Hasta 43 nudos
- FRASE DEL DÍA: Para mí, cruzar el Atlántico es romper con mi antiguo yo y renacer tras el cáncer (Marian)
Seguimos navegando rumbo sur, hacia el corazón de las Canarias y en paralelo a la costa africana. Cuando estamos realizando una maniobra de arriada de vela para colocar el génova se acerca a nosotros una barca a motor de pescadores. Probablemente quieran vendernos pescado, pero estamos en tiempo de contrarreloj y no nos da tiempo a arriar vela y que se acerquen a nuestra amura de babor.
Nos despedimos de ellos levantando el brazo para saludarles. Es impresionante como estos hombres se juegan la vida en esas débiles chalupas en medio de este oleaje, tan solo para conseguir alguna captura que llevarse a la boca. Minutos después, el Cannonball deja la barca de pescadores como un invisible punto en mitad de la nada, en mitad del profundo océano.
Continuamos rumbo oeste para cuando Diego lo indique, enfilar la proa al sur hacia el archipiélago canario. Seguimos mientras tanto con el mismo ritmo de guardias. Es duro, pero nos vamos acostumbrando a romper el ritmo de sueño. Tres horas de guardia, tres horas de descanso y vuelta a empezar. Hay guardias tranquilas y guardias menos tranquilas. La guardia con Wouter es muy tranquila; la guardia con Diego es estable y muy instructiva; la guardia con Iago es completamente de locos. Parece que estamos en la Volvo Ocean Race. Nos divierte mucho a las cinco ver como Iago analiza cada cambio de viento y olas para después ordenarnos qué vela izamos y qué vela arriamos. Le hemos puesto el mote de ‘hiperactivo a proa’. La verdad es que aprendemos mucho de los tres, por sus diversas formas y maneras de pilotar el barco. Va en su propia personalidad.
Por la noche nos encontramos a la altura de Esauira, en la costa marroquí. El viento está aumentando su velocidad de forma vertiginosa. Está llegando a 43 nudos de velocidad. La verdad es que asusta ver cómo les ha cambiado la expresión del rostro a los tres navegantes. Si hombres como Diego, Wouter o Iago, que son hombres de mar, les cambia la expresión al ver la llegada del fuerte viento la verdad es que tendremos que sujetarnos y aguantar. Raúl y Eric se han posicionado en proa con la cámara para poder grabar las olas que azotan esa parte del barco. Impresiona ver cómo el agua cae sobre ellos y continúan grabando. A veces perdemos de vista el horizonte, cuando el velero levanta su proa por una ola y se deja caer pesadamente como si de una ballena se tratara.
Horas después el temporal ha pasado, sin ninguna baja pero con algún golpe en alguna parte de nuestro cuerpo. Si nos veis las piernas a las cinco, se pueden observar lo que nosotras llamamos ‘heridas de guerra’ y que no son otra cosa que decenas de cardenales decorando nuestras piernas, brazos, hombros. Cuando estás en un lugar como este, hasta bajar al camarote para ponerte una camiseta o unos calcetines se te hace harto difícil. Ya no te digo el entrar en la cocina. Algunos miembros de la tripulación se han mareado al entrar en la cocina situada en proa, el lugar del barco que más movimiento tiene. Pero a pesar de los golpes, los mareos, los chubascos, las torceduras, los vientos, el frío, las lluvias, el ánimo y la moral sigue estando muy, muy, muy, muy alta y aguantando. Somos mujeres que han superado un cáncer, así es que ¿qué más puede hacernos unas cuantas olas a mujeres que hemos pasado por una quimio? Nada. Absolutamente nada.
Hasta pronto y buena proa.
MARIAN