La Sociedad Española de Oncología Médica constató la deficiente comunicación que se establecía entre sus médicos y los pacientes. Según sus datos cerca del 75 por 100 de los pacientes no recordaba la información sobre su diagnóstico a las tres semanas de la primera consulta. El 40 por 100 no entiende en esa primera consulta que padece un cáncer.
Esos datos me causaron una profundas sorpresa. Porque como casi todo el mundo he vivido rodeado de cáncer. Mi padre, mi madre, mi suegra… No todos han sido iguales y algunos han sufrido mas tiempo, o han sido víctimas, como dicen las necrológicas de “una larga enfermedad”. ¿Cómo no se va a oír la palabra «cáncer»?.
Poco después, a la altura de la clavícula derecha me surgió una especie de verruga a la que no hice el mas mínimo caso. Mas tarde enrojeció y se tornó purulenta. La dermatóloga me miro con atención y habló de un pequeño carcinoma espinocelular.
Había que intervenir. Hizo un ojal en la piel y extrajo aquella pequeña masa. Como es preceptivo la envió al departamento de anatomía patológica. Una semana después me llamó a casa. El borde extirpado estaba demasiado cerca de las células malignas, así que para mayor seguridad había que ampliar el recorte. Nueva intervención, rápida y sin consecuencias…
Apenas un par de meses después, haciéndome la historia clínica por otra cuestión totalmente ajena, el médico me preguntó:
-¿Algún tipo de cáncer?.
-No- dije rotundo y convencido.
-Pues aquí dice que ha sido intervenido de un espinocelular…
Ahora era yo el que no había oído la palabra «cáncer».
Ramón Sánchez-Ocaña. Periodista.
Relato incluido en el libro del II Certamen de Microrrelatos «Hay Esperanza»